viernes, 6 de junio de 2014

Conducir por la vida

 

Cuando ya tenía a mis dos hijos "mayores" y tras varios intentos frustrados de mi marido, conseguí sacarme el carnet de conducir. 
  No porque no lo necesitase antes..¡la de disgustos y malos ratos que me hubiese ahorrado si mi santa madre no me hubiese hecho tan floja y cabezota!.

  Pero me costó mucho; no sólo economicamente (por favor, cada vez que pienso lo que me costó me entran ganas de llorar). Me costó esfuerzo de tres personas. La primera fue mi profesor (que en paz descansa). Sólo tengo palabras de agradecimiento hacia él. Nunca olvidaré su primera clase, sin apenas conocernos. Me subió al coche y me dijo
- Arranca y vámonos
-¿Eh?. Esto, espera, que apenas sé lo que es un coche
-Ah bueno, esto es el embrague, esto es el freno, cambio de marchas.. arranca.
 Asi meses y meses. Años y años. Pero en cada clase me daba lecciones, no sólo de conducir (muchas veces aún le "oigo" a mi lado como me diría "deja pasar, no te duermas, vigila.." sino de la vida, porque no sé bien de qué me enseñó más.



La otra persona es mi madre, que nunca se cansaba de decirme "no te preocupes, la próxima será" mientras me cuidaba a mis terremotos para que mi marido me llevase al exámen.

  Y por supuesto mi marido, que tampoco se cansó de que suspendiese una y otra vez y que me acompañaba una y  otra vez y justo el día que dejó de acompañarme.. aprobé. Pero también me ayudó en las cosas que no te enseñan en la autoescuela.
  Yo creo que muchas veces conducir es como el camino de la vida, te da lecciones. Y muchas veces nuestro estado anímico y mental se puede adivinar por cómo conducimos.
  También me acuerdo de  mi padre, que conducía mal, no le gustaba, pero en cambio todos los días cogía el coche para ir a trabajar. Asi que aunque la vida o lo que nos toque vivir nos dé miedo, pánico.. ¡adelante!. Asi era mi padre, un valiente.


  Por ejemplo: yo veo las rotondas y pienso que hay gente que no es clara, no dice por dónde va, no muestra su verdadero yo e invade el carril contrario, aunque nos den un buen susto. Otros en cambio no quieren ir por el carril que les corresponde porque les dan miedo los cambios. Y pueden estar dando vueltas a la rotonda mil veces. Pero no llegan a nada.

 Los resaltos son como los baches en el camino. Haberlos, hay. Hay gente que va acelerada y cuando llega al resalto-bache- frena. A veces no llegan a tiempo, se los "comen" y otras han de pegar mucho frenazo hiriendo el coche o lo que lleven consigo (familia, amigos, trabajo). Otros en cambio preveen que es una zona de baches y van a una velocidad moderada, calibrando los obstáculos y midiendo las consecuencias y la mayoría de las veces no les hace falta ni frenar, solo pasar por encima de ellos porque su velocidad era la idónea.

  Y las salidas...¿quién no se ha saltado SU SALIDA?. Hay que tener metas, orientación, perspectivas. Un ligero plan previo que no nos impida variar el camino según las circunstancias (atascos) pero sin perder el norte o la salida a la que queremos llegar.

Y el paisaje. Hay que admirar el paisaje, disfrutar de la compañía porque muchas veces en el coche es en el único sitio en el que podemos habla con cierta tranquilidad (el habitaculo pequeño es eso lo bueno que tiene). Bueno, esto no lo digo por experiencia al menos que los niños no vayan detrás, pero si es un buen sitio para hablar. De hecho en los viajes al cole es cuando mis niños muchas veces les cuentan sus cosas a su papi, le hacen exámenes sobre vertebrados y animales raros (con libro y correción por parte del profe). Le preguntan por su recién estrenado mundo futbolístico.