miércoles, 27 de abril de 2016

Big Bang casero

Y nació nuestro pequeñín. Ese niñito tan esperado y desado por toda la family llegó tranquilamente e hizo explotar todo lo que teníamos programada y semi ordenado en nuestra vida, en nuestras vidas.

Desde el primer momento ya prometió darnos días tranquilos y noches de juerga y algarabía. Pero no siempre es así. Hay dias que tampoco son buenos y noches todavía peores; días malos y noches buenas y días buenos y noches malas...pero un día así completito pues aún no lo hemos probado.
Asi que estamos el padre de la criatura y yo que andamos cuan zombies. Intentamos que nuestros hijos no vivan mucho cambio brusco en sus vidas por este angelito desorientado. Pero ellos están encantados con su nuevo juguete de carne y hueso.

El pequeño, bueno, ex-pequeño, tiene unos celos controlables. Según me dijo la pediatra los celos "sanos" no dan contra el hermano, sino contra los padres. Y asi es. Con su hermanito está encantado, le habla, le canta, le dice lo que le enseñará, le da achuchones, muuuchos achuchones. Le protege tanto que los primeros días no quería que le llevase al cole a recogerle. No entendía la razón hasta que me dijo "mami no quiero que llore y una profesora le regañe, o que un niño le peque". Casi me lo como a bocados. 
Le veía tan pequeñito e indefenso que pensaba que le harían daño, de hecho estaba muy preocupado, tenía una cara constante de preocupación por él. Le hubiese metido en una urna de cristal si hubiese podido para protegerle de todo mal. Le explicamos que papá y mamá le protegerían y que los bebés aunque parezcan muy débiles, son muy fuertes, tienen un instinto de supervivencia digno del hombretón más fuerte. Pero conmigo particularmente me dice cosas como "te voy a pegar con la espada", de repente hace cosas irracionales como tirar todos los cojines del salón porque le he dicho que recoja sus juguetes y lo hace con cara de molote. Todo es cuestion de tener calma, paciencia y tratarle con mucho cariño porque el pobre ya no tiene todo el tiempo. 
Es algo irremediable, sobre todo cuando se tiene un bebé que requiere más atención de lo que él necesitaba (tiene cólicos del lactante, a veces durante el día).

Los otros chicotes lo viven de diferente forma. Nuestro happy está todo el rato que puede atosigandole-dándole besos... Bueno, dice que es el mejor regalo que le podíamos haber hecho. No sé si envolverselo para regalo de comunión. Y el mayor ya se vé más mayor y coje al niño con una soltura que da pánico "la cabezaaa". y además aprovecha la mínima para cogerle en brazos.

Pero la vida no da para más. Si antes podía hacer dos cosas a la vez, he descubierto que tres ya no puedo; que puedo sujetar el bibe con la barbilla y dar de comer a otro, que puedo barrer con una mano y coger al canijillo en brazos, pero a tres no llego. 
También he descubierto que los foulares para llevar al bebé son muy molones para madres que no dan a basto, pero que mejor si mi marido llega para ayudarme por la tarde porque realmente ya no me da la vida ni para hacer cenas y duchar niños.  
Yo le llamo "adecuación al medio". Y está durando más de lo deseable, y mi familia y mi marido están tendiendo dosis de paciencia conmigo. Sobre todo mi madre.

Y es que para ayudar a esa adecuación al medio alguien decidió robarnos mi coche. Si, había superado el parto, el post parto, el anterior embarazo con mini reformas en casa, que mi marido se rompiese un pie y tener que sustituirle en las llevadas y traidas del cole y en tener un marido medio "lisiadillo"... pero aquí ya exploté y tuve que desalojar en forma de lágrimas. Era la gotica que salió del vaso. ¿Por qué capullo ladrón de coches, tenías que robar mi coche, tan guarro, tan sucio, tan vivido y sobre todo tan útil para el transporte escolar?. ¿No tienes otra persona más adecuada, con esos cochazos tan lujosos aparcados por ahí?. No, tuvo que ser el mio.

Pero bueno, todo pasa por algo y ese algo lo entenderé y me reiré incluso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario